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Testimonio de una persona después de realizar 7 sesiones de Rolfing

 

"Tuve la oportunidad de asistir a siete sesiones de Rolfing el verano de 2014, con pausas de entre dos o tres semanas entre sesión. Personalmente me encontraba en un momento de mucho movimiento emocional, y a raíz de eso mi cuerpo empezó a experimentar cambios a nivel físico, lo que comúnmente diríamos somatizar aquello que por mi misma y mi raciocinio no podía adivinar. Por otro lado, tenía interés en exponer mi cuerpo a nuevas sensaciones inducidas desde el exterior, y ver cómo influían en la capacidad organizativa de mi organismo, de mi estructura esquelética y muscular, y sobre todo de la percepción de mi imagen corporal y su puesta en marcha.

Me dedico a la danza desde siempre con lo que no era la primera vez que entraba en contacto con Rolfing, ni teóricamente ni en la práctica, lo que implicaba ciertas expectativas que me hubiera gustado no tener, pero que naturalmente están presentes.

En cualquier caso mi experiencia fue muy positiva y aún hoy sigo trabajando con su método a nivel casero, pues bajo mi punto de vista el método Rolfing no te da la solución a aquello que buscas en él, pero te guía en el encuentro con uno mismo y sus estructuras moleculares, físicas.

 

Rolfing actúa como mediador entre las incógnitas de nuestro cuerpo y el descubrimiento de nuestras sensaciones en estado puro, sensaciones con preguntas a las que dar espacio para encontrar nuestro camino a la verdad de nuestro balance general, lo que sea para cada uno de nosotros. Acceder a Rolfing me supuso un conocimiento más complejo de mi cuerpo a nivel sensitivo. No tratando de manipular directamente un músculo o una articulación, tu terapeuta induce a través de sus manos un encuentro de piel a piel, y aún más, lo que existe debajo de la piel, y lo que rodea toda estructura de nuestro cuerpo, el tejido conectivo conocido como fascia, muy de moda en estos momentos. Escepticismos y reticencias hacia el método existen por parte de varias comunidades científicas, pues el conocimiento completo en esta materia aún está lejos de alcanzar, y de probar. Sin embargo, tanto como uno confía en su masajista o su psicólogo, uno se deja confiar en la capacidad del tejido para reconectar y reconducir patrones que se perdieron, o que nunca estuvieron, con la ayuda de la persona que interactúa contigo. Interactuar significa estar el uno con el otro; sin esa conexión y confianza, no funciona igual.

 

Rolfing me ha abierto caminos para seguir aprendiendo a escuchar a mi cuerpo, a mi mente, a mi organismo y a mis moléculas, cambiantes. Rolfing me ha abierto la capacidad de entrenar la elasticidad y la fuerza a nivel global de manera personal y única, genuina, sin copiar ni pretender, solo estando con mi fascia y mis manos." 

    

Verónica, bailarina (Noviembre 2015)

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